Seguidores

lunes, 21 de abril de 2008

X Jornada gastronomica. Santander

Fue impresionante.
Por unos instantes pensé que me había trasladado en el tiempo ya que todo parecía como antes, cuando la presencia de montañeses en la bahía era muy elevada.

Los chicucos abundaban por las diferentes barriadas y no se sentían agobiados por la presencia del Mercadona de turno, y la bolera de la segunda aguada estaba siempre repleta y no faltaba una pareja que quisiera echar una partida.
Y todo fue gracias a Cristina y Manolo, que nos invitaron a cenar con motivo de una nueva edición de las Jornadas Gastronómicas. La provincia, claro está, era Cantabria.

A pesar de que Luisa y yo llegamos un poco tarde (y esta vez no fue por mi culpa, si no porque a una tal Ainoa Arteta se le antojó actuar el mismo día de la cena), los anfitriones no nos tuvieron en cuenta esa falta y nos atendieron con mucho cariño.

Como entrantes nos sorprendieron con unas Anxoas de Castro-Urdiales y salmón de los valles de Anchon y Soba (a las que era imposible apreciar espina alguna y que juntos daban una combinación deliciosa), con unos Pixos de quesuco ahumado de liebana, y además con una Ensalada de pimientos y bonito del norte, que por su sabor y textura tenían que ser de muy al norte de lo bueno que estaba.


Y una vez degustados estos, dieron paso al primer plato. Sobre cuenco de barro nos sirvieron la Olla ferroviaria, un potente guiso de carne de ternera y patatas que obligaba a chuparse los dedos. Aunque antiguamente lo hacían aprovechando el vapor de las máquinas del tren, los fogones de la cocina de la Piru no impidieron que saliera como los de antaño.



Como segundo plato nos ofrecieron unos Calamares encebollados, que de lo tiernos que estaban invitaban a repetir. Y yo no me pude resistir.

Por último, para endulzar el paladar, de postre pusieron unas originales Natillas montañesas en cama de sobaos pasiegos, casi “ná”, que consiguieron llenar el último reducto libre que nos quedaba en el estómago. Vamos, que ni la “Arguiñana “ las hubiese hecho más buenas.
Claro está que no había nada mejor que un buen aguardiente de orujo o un té verde de los puertos, que nos facilitara la digestión de tan copiosa y suculenta cena.
Lo de las copas, chucherías y frutos secos ya casi ni os lo cuento, puesto que viene siendo habitual que con posterioridad a las cenas, debatamos nuestras opiniones sobre las diferentes técnicas de cocinar que últimamente abordan nuestras cocinas.
Y bueno, eso es todo, y que aunque un poco tarde, ya hemos cumplido con nuestro cometido. Ahora a esperar a la próxima Jornada, que deseamos que no se junte con nuestra boda. ¡Iu!
Lu y Curi.
Reseña histórica: Por el siglo XIII, Cádiz se repobló con cuatrocientas familias de hidalgos procedentes de Castro-Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera, de ahí que su presencia en nuestros días todavía se note. (Para muestra un botón: Vicente el Patriarca de los Manzaneti).





By Curi y Lu

1 comentario:

Ignacio Bermejo dijo...

Joder... si me como todo eso reviento, aunque tiene todo una magnífica pinta.